sábado, 2 de febrero de 2013

La manzana de la Discordia

La diosa Eris( Ἒρις) (llamada Discordia en la mitología romana) era hija de Nix (la Noche). Su trabajo consistía en crear rumores, inquinas y celos basándose en su malévola imaginación y su experiencia, provocando rencillas y odios entre unos y otros. Siempre unida a su hermano y compañero Ares (dios de la Guerra) y a Enió (la matanza), Deimos (el miedo) y Fobos (el temor). Tuvo cinco hijos: Ponos (la Pena), Lete (el Olvido), Limos (el Hambre), Algos (el Dolor) y Horcos (el Juramento). 

Un día Zeus organizó un gran banquete con motivo de la boda de Tetis y Peleo, al que invitó a todos los dioses con excepción de Eris dada su naturaleza problemática. Ella ofendida, apareció en la fiesta con la Manzana de la Discordia, una manzana de oro con la inscripción “para la más hermosa” y la lanzó en medio de todos indicando que el fruto debía ser entregado a la diosa más hermosa de todas. Las diosas inmediatamente trataron de adueñarse de la manzana, pero cuando las diosas más poderosas entraron: Hera, Afrodita y Atenea, todas las demás se apartaron.


La disputa entre las diosas no se hizo de esperar, y como no había solución al problema ya que los dioses no querían tomar partido, Zeus envió a las diosas al monte Ida, en la Tierra con Hermes, quien se encargaría de llevarlas a Paris, príncipe troyano, elegido para dar veredicto sobre tan importante cuestión. El joven primero tuvo miedo, luego cada diosa le ofreció lo que estaba en sus manos para que la eligiera a ella: Atenea le ofreció la sabiduría y el triunfo en la guerra, Hera el poder y la riqueza y Afrodita a la mujer más hermosa del mundo que era Helena, esposa de Menelao de Esparta. Paris como joven y apasionado que era y después de mucha meditación, le entregó la manzana a Afrodita. Por lo que Paris raptó a Helena de Troya, causa de la Guerra de Troya.

Así las cosas, Eris (Discordia) logró su cometido pues causó la confrontación entre las diosas que derivó en un conflicto de diez años entre los mortales.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Cornelia, Madre de los Graco

Para no perder la costumbre, voy a seguir subiendo historietas e información sobre Mitología. Esta vez, hablamos de Cornelia, conocida como la madre de los Graco. Hija de Publio Cornelio Escipión.

Cornelia fue hija de Publio Cornelio Escipión el Africano y de Emilia Tercia, se desposó con Tiberio Sempronio Graco (cónsul en 177 a. C. y en el 163 a. C.) tras la muerte de su padre. Fue madre de doce hijos, pero los únicos que llegaron a la edad adulta fueron Tiberio y Cayo Sempronio Graco, y Sempronia, quien se desposó con su primo, Publio Cornelio Escipión Emiliano.
Plutarco refiere que dos pequeñas serpientess -macho y hembra- fueron halladas en el lecho matrimonial de Tiberio y Cornelia.
Al consultar a los augures, ellos dijeron que los dioses predecían la muerte de uno de los cónyuges, y que una de las serpientes debía ser sacrificada:
Si mataban al macho, Tiberio moriría, y si mataban a la hembra, moriría su mujer.
Tiberio decidió matar al macho, pues consideraba que la vida de su joven esposa era mucho más valiosa que la suya. Así, Tiberio Sempronio Graco murió en el 150.


Cornelia fue una mujer culta y de carácter fuerte. Después de la muerte de su esposo (153 a. C.), rechazó casarse con el rey de Egipto, Ptolomeo VIII Evérgetes, para consagrarse a la educación de sus hijos. Formó parte de la familia que más se entregó a la defensa de la cultura helenística en Roma. A edad muy avanzada, le fue erigida una estatua de bronce en el Foro Romano, de la cual se conserva la base con el epigrafe: Cornelia Africani F. Gracchorum (Cornelia, hija del Africano y madre de los Gracos). Fue la primera estatua de una mujer expuesta al público en Roma. Recibía en su casa a griegos cultos y toda clase de literatos. Se dice que llevó con gran entereza y magnanimidad sus infortunios, pues había sobrevivido a su padre, a su esposo, a sus hijos y demás familiares y amigos. Sus últimos años de vida los pasó en su villa de los campos misenos, hablando de su padre y de sus hijos a sus visitantes, como si se tratara de hombres de una época pasada, pues ella decía que a pesar de sus muerte ella era una mujer feliz porque había tenido el gran honor de haber parido a los "Graco".


martes, 22 de mayo de 2012

Mitología ancestral

Un ángel es un ser inmaterial presente en algunas religiones cuyos deberes son asistir y servir a Dios. Los ángeles son a menudo representados como mensajeros de Dios en la Biblia hebrea, Biblias cristianas y el Corán. Según las tres principales religiones monoteístas, los ángeles además actúan como mensajeros, ejecutando los juicios de Dios y sirviendo a los creyentes. Desde este punto de vista, los ángeles son normalmente considerados como criaturas de gran pureza destinadas en muchos casos a la protección de los seres humanos. En este sentido, en el cristianismo, se habla del ángel de la guarda o custodio, que sería aquel que Dios tiene señalado a cada persona para protegerla. Por contraposición, también existe la figura del ángel caído, aquel que ha sido expulsado del cielo por desobedecer o rebelarse contra Dios. El más conocido de ellos, en la tradición cristiana, es Lucifer.

Tradicionalmente, sobre todo en pintura, los ángeles han sido representados como seres alados (adaptado de la iconografía de Eros), aunque pueden ser espíritus invisibles o incluso simplemente rayos de luz que todo lo observan, que pueden aparecer en la Tierra no sólo como seres humanos sino también como animales o incluso objetos. Posiblemente, para seres visionarios o en trance místico, las "alas" fueran el movimiento tenue o enérgico que visualizaban alrededor de sus apariciones y que, por una traslación a algo inteligible culturalmente, fue asimilado a "alas".

Aunque también cabe agregar el deseo del hombre al volar, y los Ángeles siendo seres con forma humana perfecta, Dios les otorgó el don de volar por los cielos.

La palabra española "ángel" procede del latín angĕlus, que a su vez deriva del griegoἄγγελος ángelos, 'mensajero'. La palabra hebrea más parecida es םַלְאָךְ mal'ach, que tiene el mismo significado.



En su obra Las jerarquías celestes, el Pseudo Dionisio establece nueve coros angélicos: